En el verano tuve experiencias que me marcaron, algunas literalmente pues me tatue
con mi propia mano y la ayuda de un hermano, hoy les relatare con lujo de detalles una
de las mas bizarras, aquella vez cuando escuche a un hombre morir en el panteon.
Primero, un poco de contexto, en el panteon de Peñasco es de conocimiento publico que los surtidores de la felicidad momentanea hacen sus negocios, casi todos los dias los veiamos reunirse. Estacionaban sus carros, sacaban sus notas y mercancia, surtian, pagaban, cobraban y salian a seguir con su chamba.
Ese dia, como de costumbre, Angel y yo caminabamos de nuestras casas a las tumbas y
sepulcros de cuerpos que se quedaron sin alma. Hablamos de un tema que no recuerdo,puesto que desde antes de entrar al panteon yo estaba concentrado en la minuciosa tareade destronchar un cogoyo de hierba. Caminabamos por una entrada secundaria al panteon,una calle de terraceria, al final de ella, en un mis miradas hacia enfrente observe a loshombres de los carros sin placas haciendo sus tracalas, les preste poca atencion.
Suena el grito de la polvora empujando el plomo a travez de el cañon de aquella arma, que jamas vi pero si escuche.
Mi reaccion fue muy simple, cerrar mi pu;o, y deslizarme a travez de las tumbas, mis pies ya conocian el camino, me puse a cubierto, y busque a Angel con la mirada, solo vi su cabello chino bamboleandose mientras salia por el mismo camino por el que entramos.
Nos encontramos afuera,le informamos a las autoridades de lo sucedido, termine de forjar y prendimos el gallo caminando rumbo hacia el malecon. En el camino Angel me explico lo que vio, eran 3 personas, una estaba arrodillada, un 4to salio de un auto y detono el arma.
Angel y yo, bueno Angel, presencio un asesinato, yo solo lo escuche.
José Daniel Gonzalez Villarino
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